Este artículo constituye la primera de 3 entregas sobre la edición digital en América Latina. El texto es en buena medida una actualización del informe La edición digital en los países en desarrollo (2011), aunque con un énfasis aun mayor puesto en los dispositivos móviles. En esta entrega, nos concentraremos en la influencia de las redes sociales en la lectura digital, en el desarrollo de tiendas en línea y en el surgimiento de las bibliotecas virtuales o “Nubes de libros”.
Cinco años han transcurrido desde la publicación del primer informe sobre la edición digital en los países en desarrollo. En el caso específico de la edición latinoamericana, una mirada retrospectiva muestra que buena parte de los emprendimientos que por entonces se habían lanzado a experimentar con las nuevas tecnologías aplicadas al libro han cerrado sus puertas o han modificado por completo su modo de trabajo. Con excepción de las grandes plataformas globales –que generalmente disponen de recursos abundantes y pueden resistir largos períodos sin percibir beneficios–, la escena de la edición electrónica en América Latina está hoy conformada por nombres nuevos.
Sin embargo, buena parte de los retos, oportunidades y tendencias señalados en el informe original siguen presentes o se han incluso intensificado. Nos referimos principalmente a la demanda creciente de contenidos en línea, a la implementación de políticas públicas para la reducción de la brecha digital, al claro liderazgo de Brasil y al protagonismo imparable –subrayado a lo largo de todo el informe– del teléfono móvil como plataforma de lectura.
Dentro de este marco, proponemos aquí una actualización de los principales datos referidos a la edición digital latinoamericana, así como algunas reflexiones adicionales. Por supuesto, este análisis no aspira a constituirse en una lista exhaustiva de casos –esfuerzo que resultaría vano, dada la rápida evolución que caracteriza a cualquier sector digital. Se trata más bien de un intento por comprender cuáles son las principales fuerzas que operan –y probablemente operarán en el futuro– en el interior de este rico ecosistema.
Una región diversa
Como bien se sabe, América Latina se caracteriza por una gran riqueza cultural y étnica. En la región coexisten diversas lenguas, pero los dos idiomas mayoritarios son el portugués –hablado en Brasil– y el español –hablado en casi todos los demás países. Esta división en dos “mundos” lingüísticos –uno lusófono y otro hispanófono– permite explicar un buen número de tendencias relacionadas con la edición en general y con la edición digital en particular.
Por empezar, desde el punto de vista de su industria editorial, los países hispanohablantes aprovechan las ventajas de la lengua y se relacionan entre sí de un modo dinámico –en términos de venta de ejemplares, asistencia a ferias, etc. Sin embargo, en ocasiones estos intercambios resultan condicionados por las especificidades normativas de cada nación –regulaciones, monedas, precios, etc.– e incluso por algunas variantes lingüísticas del español. Así, a pesar de contar con un mercado potencialmente gigantesco, el sector editorial del bloque hispanófono presenta una estructura, por decirlo así, de “archipiélago”. Esto contrasta con la situación de Brasil: en efecto, la industria de este país puede aprovechar su mercado interno de un modo mucho más eficaz y hacer que cualquier proyecto se torne más fácilmente escalable.
Tecnología y redes sociales
En los últimos años, el equipamiento tecnológico de los usuarios ha mejorado considerablemente. Según datos de eMarketer de julio de 2015, América Latina presenta una penetración de Internet de más de 50%, al tiempo que se posiciona como una zona de gran desarrollo de la telefonía móvil, con alrededor de 400 millones de usuarios de celulares (64,7% de la población), de los cuales más de 155 millones son dueños de un smartphone. Asimismo, más del 15% de la población utiliza una tablet. No obstante, el uso de e-readers de tinta electrónica se encuentra mucho menos extendido.
La región es sumamente activa en las redes sociales. Por cierto, América Latina aloja a más de 217 millones de usuarios de Facebook y, respecto de Twitter, registra una tasa de crecimiento que se encuentra entre las más altas del mundo. Whatsapp, por su parte, también presenta niveles de penetración extremadamente elevados. Hay que advertir que la sociabilidad online latinoamericana no sólo se expresa a través de las grandes aplicaciones globales, sino que incluso las redes locales alcanzan una masa crítica considerable: un caso destacado es Taringa!, portal argentino que –según se indica en las estadísticas del propio sitio– ya cuenta en la región con más de 27 millones de usuarios registrados.
De hecho, existen en América Latina numerosas iniciativas que aprovechan el poder de las redes sociales para difundir la lectura. Desde 2015, el proyecto brasileño Leitura de Bolso distribuye textos breves que se leen exclusivamente a través de Whatsapp. Han surgido además poderosas plataformas de recomendación de libros. Un caso destacado es Skoob, creada en Rio de Janeiro en 2009: este portal –cuyo nombre constituye un anagrama de la palabra “books”– cuenta con más de 3 millones de usuarios que comparten información sobre los libros que han leído o prevén leer en el futuro.
El avance del comercio electrónico: libros impresos y digitales
A pesar de la desaceleración económica que afecta a numerosos países de la región, el comercio en línea creció 22.9% en 2015. Por su parte, como resultado de la masificación de los smartphones, los medios de pago móviles se han expandido sostenidamente.
Al igual que ocurre con las redes sociales, los usuarios latinoamericanos acuden a los sitios globales, pero también a grandes plataformas nativas como MercadoLibre –fundada por el argentino Marcos Galperín en 1999– o Submarino –creada en Brasil, también en 1999. Para tener una idea de la envergadura de estos portales regionales, MercadoLibre declaró contar, a fines de 2015, con más de 138 millones de usuarios y un volumen de transacciones de 1.842 millones de dólares.
En el sector editorial, el impacto de la digitalización es cada vez más evidente, incluso en el rubro de libros impresos. Para empezar, la venta de ejemplares en papel migra progresivamente hacia la web. Otra tendencia a subrayar es el avance de la impresión bajo demanda como tecnología de producción –tal como lo sugiere por ejemplo el reciente lanzamiento de Bibliomanager, una alianza de imprentas regionales.
En el terreno específico de los e-books, hay que señalar que sólo existen datos muy estimativos respecto de las ventas. En general suele observarse que la facturación de este segmento representa menos del 1% del total de la industria editorial y que –podría suponerse– los libros electrónicos constituyen aún un segmento irrelevante. Sin embargo, hay algunos matices a tener en cuenta:
- En primer lugar, la cifra de facturación suele obtenerse de los datos de las cámaras del libro, es decir, de las editoriales “tradicionales”. Esto deja de lado las ventas de las grandes plataformas que operan por fuera del sector y que comercializan, por ejemplo, textos auto-publicados.
- Además, las ventas contabilizadas en el cálculo anterior sólo reflejan el comportamiento del mercado formal, que efectivamente es aún bastante reducido. Ahora bien, según datos de Latinobarómetro, la lectura en soportes electrónicos se ha convertido en una de las actividades más practicadas por los usuarios locales. Esto podría indicar que los usuarios de la región están obteniendo los textos por vías informales –tal como ocurre con los textos descargados de la web sin autorización de los derechohabientes– u otras variantes gratuitas. Así, el mercado potencial –la “base del iceberg”– sería gigantesco, a pesar de que no se plasme todavía en un circuito formal.
- Más allá de lo que ocurre con el consumo, otro signo de que las publicaciones electrónicas están creciendo de manera acelerada en América Latina se halla del lado de la producción. Según cifras compiladas por el CERLALC, los registros de ISBN correspondientes a publicaciones digitales ascendieron en 2013 a nada menos que el 21% del total de obras inscriptas.
Tiendas de libros electrónicos
Sea como fuere, actualmente hay numerosas tiendas de libros electrónicos –tanto globales como nativas– que trabajan en el terreno. Amazon ya cuenta con portales en Brasil y México –inaugurados respectivamente en 2012 y 2015–, desde donde comercializa sus e-books y sus dispositivos. Kobo abrió operaciones en esos dos países en fechas similares, aunque con una estrategia diferente. Esta empresa fundada en Toronto trabaja en colaboración con librerías nacionales: en Brasil, ha establecido una alianza con Livraria Cultura y, en México, con Gandhi y Porrúa –de esta asociación tripartita ha nacido la plataforma Orbile.
Entre las tiendas nativas, vale la pena subrayar el caso de Bajalibros. Esta empresa creada en Buenos Aires mantiene actividades en la mayoría de los países de la región y cuenta con un catálogo de más de 500.000 obras en español y en inglés, de distintas editoriales.
Página principal del sitio de Bajalibros
Si a estas tiendas tanto globales como nativas les sumamos las librerías tradicionales que también realizan ventas de e-books desde sus páginas web, comprobaremos que la oferta de libros electrónicos en América Latina resulta abundante. Sin embargo, existen algunos retos a tener en cuenta –y que pueden explicar en parte por qué los usuarios optan por otras fuentes de lectura:
- Los precios de los e-books suelen ser bastante elevados para el comprador local, ya sea que los establezcan los editores –en los países de precio fijo como Argentina– o las mismas plataformas. Además, si tomamos el caso de los portales globales, sus precios –aunque expresados en moneda local– están frecuentemente atados al dólar y por lo tanto aumentan de manera automática si se produce una devaluación.
- Si bien en términos cuantitativos la oferta de e-books es copiosa –cientos de miles o millones de obras–, lo cierto es que dentro de ese total, la porción de títulos en español o portugués resulta exigua. Lo que es más, incluso los textos propuestos en lengua local en ocasiones están poco adaptados al público de cada país. Frecuentemente, este problema puede explicarse por el hecho de que los e-books ofrecidos por los portales nativos provienen de e-distribuidores generalistas internacionales, al tiempo que los agregadores domésticos no consiguen despegar.
Nubes de libros (y audiolibros)
Además de las tiendas de venta de e-books, hallamos en América Latina un buen número de bibliotecas virtuales comerciales: se trata de las denominadas “nubes de libros”. En contraste con el modelo de copia –adoptado por las tiendas, que venden e-books por unidad–, estas plataformas trabajan con el esquema de suscripción: los usuarios pagan mensualmente una suma fija para acceder a un vasto catálogo. Se trata mayoritariamente de obras en lengua local que han pasado por un proceso de selección, lo que las vuelve más atractivas para el lector. A continuación, enumeraremos algunos ejemplos destacados, todos provenientes de Brasil.
En junio de 2011, cuatro editoriales académicas brasileñas –Grupo A, Atlas, Grupo GEN y Saraiva– presentaron la iniciativa Minha Biblioteca (“mi biblioteca”). Con un claro foco en la educación superior, este proyecto ha logrado reunir un fondo de 5.000 títulos académicos. Los usuarios tienen la posibilidad de combinar capítulos de diferentes obras y obtener libros personalizados, gracias al sistema Pasta do Professor (“Carpeta del profesor”).
El portal Árvore de livros (“árbol de libros”) vio la luz a fines de 2013. Su catálogo abarca una pluralidad de géneros –más de 14.000 obras de ficción, literatura infantil, autoayuda, entre otros– y apunta a un público amplio. La plataforma está sobre todo orientada a clientes institucionales –sector público, escuelas y empresas. Las editoriales que participan del proyecto pueden monitorear el desempeño de los préstamos en tiempo real.
Con todo, es tal vez el proyecto Nuvem de Livros (“nube de libros”) el que más impacto ha logrado. Desarrollado por la empresa Gol Mobile y presentado en la Bienal de Rio de 2011, este portal ha alcanzado una masa de usuarios asombrosa: gracias a un convenio con la operadora Vivo y con el portal Terra, cuenta actualmente con más de 2,5 millones de abonados. Nuvem de Livros ha dado incluso los primeros pasos para conquistar el mercado español, al punto que se presenta como un digno rival de Amazon en Iberoamérica. Según Jonás Suassuna–fundador de la empresa–, la clave del éxito se encuentra en la calidad de los títulos escogidos, más que en la mera cantidad:
Nube de libros nace con un espíritu familiar. Sin el control de nuestro personal experto no se cuelga en nuestra biblioteca ningún libro. Tampoco aceptamos la auto-publicación. Lo que puede servir para otras plataformas, y de hecho es una de sus señas de identidad, a nosotros no nos vale. Nosotros creemos en la labor de una editorial, de los editores, como paso previo para publicar un libro, como filtro entre el escritor y los lectores. Internet es todo: puede ser una cloaca a cielo abierto, por eso es necesario que existan lugares donde es aplicado cierto nivel de exigencia.
Presentación del sistema Nuvem de livros
Existe también un buen número de plataformas globales que trabajan en América Latina con el modelo de suscripción. Un caso insoslayable es Kindle Unlimited, disponible en Brasil y en México: allí Amazon ha logrado reunir miles de títulos pensados para el lector local, aunque las negociaciones con las editoriales no siempre han sido sencillas. Otros dos jugadores internacionales de peso son 24Symbols y BookMate: estas plataformas han establecido alianzas con empresas telefónicas que operan en la región –como Tigo–, lo que les ha garantizado una considerable masa de usuarios y la posibilidad de cobrar mediante la factura del celular.
Hasta ahora nos hemos concentrado en el ámbito de las publicaciones escritas, pero en la región existe también una oferta creciente de audiolibros. El servicio Ubook, presentado en Brasil a fines de 2014, ofrece un fondo de 1000 obras, leídas por locutores, actores o los propios autores. Sus más de 650.000 suscriptores tienen la posibilidad de pagar un abono mensual de R$ 18,90 (aproximadamente 4,5 dólares) para acceder a ese fondo, via streaming.
En la próxima entrega: las editoriales tradicionales y las nuevas tecnologías; las editoriales digitales, entre el catálogo propio y la oferta de servicios; el boom de la auto-edición.