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China

La migración a digital, una política de Estado

Tal como recordábamos al comienzo del capítulo, China lleva ya más de 30 años de reformas económicas. En particular a partir de 2001 –año en que el país se incorporó a la Organización Mundial de Comercio–, el sector público chino ha experimentado un proceso de reconversión notable, y tanto las editoriales como las librerías del Estado han acompañado este movimiento. En el período 2006-2010 –correspondiente al 11º plan quinquenal chino–, la Administración General de la Prensa y la Edición (GAPP) aplicó toda la presión a su alcance para que estas empresas públicas se vuelvan lucrativas, incorporen capitales privados, adopten un perfil internacional[1] e inicien rápidamente su transición a la era electrónica.

La migración a digital ha asumido diferentes formas, de acuerdo con el perfil de cada empresa. China Publishing Group, por ejemplo, ha creado una unidad de negocios independiente, Digital Media, completamente enfocada a las nuevas tecnologías. Liu Chengyong, director de esta división, considera que las empresas extranjeras que deseen aprovechar el extraordinario potencial chino en el área de la edición electrónica deberán aliarse con socios locales; de lo contrario enfrentarán serias dificultades en un mercado cuya lógica es bien distinta a la de EEUU o Europa:

Las compañías occidentales no consiguen dejar de lado su orgullo y tratan de imponer constantemente sus sistemas y productos en China. Si cooperaran o se fusionaran, las empresas extranjeras tendrían muchas más probabilidades de éxito, pues lo negocios puramente locales o puramente globales carecen de la flexibilidad necesaria.[2]

Esta política de cooperación con las firmas internacionales debe acompañarse, según Liu Chengyong, por una estrategia que garantice la autarquía de cada sello respecto de los proveedores locales. En buena medida, esto equivale a plantear la necesidad de que también los editores estatales se transformen en ecosistemas, tal como ocurría con los consorcios digitales examinados en la sección anterior:

Es muy importante para nosotros no terminar atados a las empresas de tecnología, de telecomunicaciones y de hardware. No queremos resignarnos a un rol de meros proveedores de contenidos; debemos ser capaces de integrar diferentes recursos, lo que implica adquirir la tecnología necesaria y articularla con el hardware, así como grabar nuestra marca en todo ello. Estamos completamente decididos a avanzar y a crear nuestra propia identidad.[3]

Así, China Publishing Group presentó en abril de 2010 su dispositivo de lectura propio, el Dajia, que incluye 108 libros preinstalados. Entre sus planes figura también el lanzamiento de una versión china de la Espresso Book Machine.[4] Liu Chengyong calcula que el consorcio necesitará unos 40 millones de dólares –entre aportes gubernamentales y fondos propios– para llevar a cabo sus ambiciosos planes de reestructuración tecnológica.[5]

Shanghai Century Publishing Group también dio a conocer en 2010 su e-reader –llamado Cihai–, así como una plataforma de publicaciones electrónicas denominada Ewen. La empresa ha entablado conversaciones con otro consorcio, Hebei Publishing Group, con el objetivo de distribuir contenidos digitales en conjunto.[6] A esta lista podríamos agregar incontables ejemplos de otras empresas estatales que –como Chongqing Publishing Group o Guangdong Publishing Group– invierten sumas millonarias para adaptarse a los tiempos de la electrónica, trabajando con plataformas interactivas, dispositivos de lectura, aplicaciones para móviles, etc.

Además de acelerar la migración de las editoriales públicas, China ha comenzado a actuar sobre las librerías y las bibliotecas. El caso más brillante es Xinhua, la cadena de 20.000 tiendas que controla el 70% del mercado de venta al público de libros físicos. En mayo de 2010, Xinhua Shanghai presentó su portal de e-books –Xinhuaestore–, así como un e-reader llamado YeahMore,[7] en sociedad con la firma tecnológica Edo y el consorcio de medios Jiefang Daily.[8] La reconversión tecnológica como política del Estado también se hace evidente en el caso de las bibliotecas, por ejemplo en construcción de la Biblioteca Digital Nacional de China, proyecto que aparece explícitamente realzado en el 11º plan quinquenal.[9]

Finalmente, la determinación del sector público por acelerar la migración del sector del libro se manifiesta en el establecimiento de parques –o “bases”– industriales exclusivamente dedicados a la edición digital. El primero de ellos ha sido el parque de Shanghai-Zhangjiang, inaugurado en 2008; luego se fundaron los parques de Chonging, Hangzhou, Beijing y Hunan. Estas bases están diseñadas para albergar empresas y centros de I+D cuyas operaciones giren en torno a la producción y distribución de contenidos digitales, desde e-books y revistas electrónicas hasta noticias y –curiosamente– videojuegos. Gracias a los aportes efectuados por actores públicos y privados, Shanghai se ha convertido a partir de 2009 en la ciudad líder en edición digital de toda China, con ingresos cercanos a los 3 mil millones de dólares, sobre un total nacional de 12 mil millones de dólares, según datos brindados por la GAPP en agosto de 2010.[10] Por cierto, esta entidad advirtió en su comunicado que, por primera vez, los ingresos derivados de las publicaciones digitales superaron en 2009 a aquellos provenientes de la edición tradicional.[11] Este dato, sin embargo, puede llevar a confusión, pues –vale la pena insistir en ello– la GAPP interpreta el rubro “edición digital” de un manera tan laxa que la cifra resulta un tanto exagerada; de hecho, la participación de los e-books en el total fue tan sólo del 1,83%.[12] En cualquier caso, es innegable que en China la edición electrónica avanza rápido, y sus progresos se deben en una porción importante a las inversiones realizadas por el sector público. Liu Binjie –director de la GAPP– se muestra muy satisfecho por los logros alcanzados en el lustro 2006-2010:

Dos palabras han caracterizado a la prensa y a la industria editorial en los últimos 5 años: reforma e innovación. La reforma ha otorgado libertad a la industria para promover su propio crecimiento; la innovación ha generado productos culturales y medios de transmisión muy diversos.[13]


 

Notas    
  1. Esta expansión apuntaría a consolidar las ventas de productos culturales chinos a Occidente y en especial a otros países de Asia. Cf. Wang Qian: “China’s publishing to go global”, China Daily, 12 de enero de 2011.
  2. Cf. “Shanghai exclusive – journey to the media world of China”, Feria del Libro de Frankfurt.
  3. Cf. Lei Ren: “China Publishing Group Launches Digital Subsidiary, Preps for the Future”, Publishing Perspectives, 22 de julio de 2010.
  4. Cf. Chen Jing, op. cit., 27 de septiembre de 2010.
  5. Cf. Lei Ren, op. cit., 22 de julio de 2010.
  6. Cf. “Publishing Groups Are Under Price Pressure When Testing On Electronic Readers”, China Book International.
  7. Cf. http://www.yeahmore.com.
  8. Cf. Hippisley-Cox, Alex: “PA’s Emma House reports from Shanghai on digital publishing in China”, Future Book, 31 de agosto de 2010.
  9. Cf. “The Outline of the Eleventh Five-Year Plan of the National Library of China”, National Library of China.
  10. Cf. Wuping Zhao: “Shanghai is China’s Leading City for Digital Publishing”, Publishing Perspectives, 2 de agosto de 2010.
  11. Cf. Zhuang Guangping y Tu Lingbo: “Rosy outlook for China’s digital publishing sector”, China Economic Net, 23 de agosto de 2010.
  12. Cf. Moody, Andrew: “Demise of the printed word?”, China Daily, 6 de septiembre de 2010.
  13. Cf. “The rise and power of China’s culture industry”, Global Times, 31 de diciembre de 2010.

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